UN PRIVILEGIO1

Armado de punta en blanco se nos ha venido El Foro de nuevo, y tan asido a sus anteriores ideas, y tan satisfecho de su causa, que algunas veces nos da donaires por razones, y chistes por respuestas. Bueno: con eso se quita el ceño a la polémica, y se llegará a hallar lo cierto más bien por discusión que por disputa. La cortesanía también tiene su familiaridad; y luego (para que nos toque citar textos asimismo) nunca mejor que en este caso ajusta el dicho trilladísimo de Horacio:

Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.

Con esto se ve, que aceptamos la lucha cual está, y que ora refutemos o probamos, ora nos elevemos a serias consideraciones, tenemos humor para estar de fiesta, y no ofender. No sabemos eso, se nos quebrarían las armas: hablar claro sí, porque el convencimiento da valor.

1. Se refiere este texto a una polémica sostenida entre Acosta,

que firmaba con las iniciales A.P.A, y El Foro, publicación de naturaleza jurídica. La polémica se produjo en torno a una patente que le fuera concedida a Fausto Teodoro de Aldrey para explotar una industria de hielo y de fabricación de sorbetes. Los dos textos de Acosta se publicaron originalmente en El Diario de Avisos, periódico de Caracas, así: Los helados y "El Foro" (Nº 279, 20 de diciembre de 1856) y El privilegio de Aldrey y "El Foro" (3 de enero de 1857). Los textos contrincantes se publicaron en El Foro de Caracas así: Hielo, helados (15 de diciembre de 1856); Hielo, helados (1º de enero de 1857). El texto de Acosta se reprodujo en Obras, vol. IV, pp. 315-326, con el título de: Un privilegio, que se conserva. Nota de la Comisión Editora.

Como nosotros ofrecimos tratar la cuestión, y como por otra parte se nos excita a ello, nos proponemos hacerlo en este artículo, procurando exactitud en los términos, fidelidad en las citas, solidez en los fundamentos, y racional aplicación de las leyes. En nuestro camino nos habremos de encontrar con El Foro, y nos entenderemos. Ya él ve que lo buscamos. Y como el camino de toda investigación es el orden en las ideas, distribuiremos las nuestras, que nos parece que agotan del todo la materia, en el que sigue:

1º Cuántos objetos comprende el privilegio del señor Fausto Teodoro de Aldrey, y si pueden ser privilegiados.

2º Si están llenos los requisitos de la ley, y tendrá el favorecido, asegurada por ella, propiedad.

3º Cuál ha sido la mente del Legislador en la disposición de 1º de mayo de 1854, y qué debe esperar el país de su cumplimiento. Y

4º Si hay algún principio que justifique la oposición que se ha hecho ante el Gobierno a la concesión.

1º Por segunda ocasión decimos que el privilegio que se da en la carta de Aldrey es por introducción de la "Industria de neverías y fabricación de helados y sorbetes". Y lo decimos, porque siendo éste un hecho necesario para discurrir, y otro hecho el que la ley establezca cuatro casos de privilegio, el de invención, el de descubrimiento, el de mejora y el de introducción, observamos, no obstante, que El Foro unas veces asegura que el privilegio en cuestión es mejora, y otras que no hay más que dos clases de privilegios.

"La hechura de los helados", trae en una parte, "tampoco es una mejora industrial, y si no, dígasenos cuál es la industria que con ella queda mejorada".

"La ley ha querido dar privilegio únicamente", trae en otra, "a la fabricación" y a las mejoras que en materia de industria se introduzcan en el país".

Y no se diga que en el vocablo fabricación quiso comprender las otras clases; porque la aplicación del vapor a ramos de producción nacional puede muy bien ser materia de privilegio, y ahí no hay fabricación, y porque tampoco la hay en el uso de la electricidad para la curación de enfermedades que se alcanza ser un objeto de patente.

Comprendido ya lo que es y lo que no es, se encontrará que S. E. el Poder Ejecutivo no sólo ha privilegiado la fábrica de sorbetes, sino la venta del hielo, que es lo que se entiende por nevería.

Empecemos por lo último, que ha sido la cabeza del clavo, y que ha recibido por lo mismo la mayor parte de los golpes. ¿Por qué se quiere, cómo se puede sostener que la introducción y venta de hielo no sea materia de patente? Ya el Redactor del "Semanario" ha tratado este punto satisfactoriamente, pero aún puede agregarse más. La ley será la luz.

El artículo 7º de la citada, donde se halla el modelo, expresa: "Hago saber que (aquí el nombre del peticionario) se ha presentado declarando ser inventor (perfeccionador o introductor o legítimo sucesor de ellos) de (aquí se insertará con sujeción al artículo 3º la descripción del arte, máquina y manufactura, composición de materia, etc.)". Siendo la manufactura el medio de preparar lo manufacturado, y siendo al mismo tiempo cosa distinta de composición de materia, ¿entenderá alguno que lo último sea relativo a otra cosa que a un artículo cualquiera?

El artículo 8º dispone que la "patente de introducción asegura el exclusivo ejercicio del ramo de industria introducido con todas las provincias de la República". ¿Y podrá negarse, si el goce exclusivo es en general para el ramo de industria patentado, y si es industria introducir y vender hielo, que esa compra y esa venta pueden ser materia de patente?

Sobre todo, el articulo 9 faculta entre otras cosas, al agraciado, "para que pueda establecer en todas partes deposito para el expendio...". Por buena regla de interpretación, nunca se supone que el legislador legisla en vano. Si la ley concede esta facultad al patentado en alguna circunstancia, es porque se la niega a los que no lo son. La fuerza del raciocinio nace de que si cualquiera puede ser introductor de materias primas en el caso de un privilegio de que ellas sean la base, y depositarlas y venderlas, con más razón puede uno y otro el agraciado; y a nada viene la permisión por una cláusula especial, cuando él la tiene por el mismo privilegio, y hasta la tiene quien tiene menos que él. Luego la concesión del depósito, como alargada únicamente al patentado, y negada a los demás, es cuando la misma materia prima es objeto de patente. La exclusión, como que da todo a uno, y quita hasta parte a los demás, sólo se refiere a la materia privilegiada.

Consecuencias.

Que cualquier ramo de industria, si llena los requisitos de la ley, puede ser privilegiado.

Que introducir y vender hielo es industria como cualquiera.

Y para alzar ya la mano de este punto, agregamos, que sobre el derecho está el hecho. Aldrey tiene privilegio también para el establecimiento de neverías.

Entrando ahora a considerar el que tiene por la fabricación de helados y sorbetes, nos hallamos con que el contradictor está sin armas, porque él mismo está contradicho. Veamos algunos trozos literales.

"El agricultor que beneficia y da nueva forma a los frutos que cosecha no es fabricante".

¿Dijo agricultor aquí? Pues veamos en otra parte: "Todas las industrias se mezclan y se ayudan mutuamente; y así vemos que el agricultor fabrica, compra y vende".

Y en otra, en oposición a esto, se lee: "Si llamamos fabricación al acto de hacer sorbetes y helados, tendremos que dar el mismo nombre a la agricultura, al comercio, a todas las industrias".

Y para que se vea que se ha tirado a destajo hasta exponiendo la propia persona, nótense los siguientes pasajes...

"¿Qué industria distinta de la mercantil puede decirse que hay en la fabricación de los helados?" Aquí la fabricación de los helados es industria mercantil.

"Pero désele el nombre que se quiera (a la operación de los sorbetes) a nadie se le ocurrirá llamar fabricante al que hace y vende helados, ni a su fábrica industria". Aquí ya no sólo no es fabricante el que desempeña la fábrica, sino que no es industria la fabricación de los helados.

Y todas estas son cosas de dos artículos no más, y algunas veces de uno; de suerte que si nos hemos de atener a las palabras de El Foro de que "en derecho se les da mucha importancia a los procedimientos que se empleen para poner un artículo en estado de ofrecérsele en venta, para calificar el negocio y establecer el tribunal competente sobre la materia", nos encontramos sin podernos combatir ni hallarmos con él, porque tiene distintas clasificaciones para una misma cosa, y tememos que se parapeten tras de ellas las ideas, y (para decir nuestra primera chanza) que jueguen con nosotros a la a que no me coge.

Confesémoslo. El Foro, tan gallardo y con tan buena prez sacada en otras lides, en ésta ha andado débil. Copia de doctrina, claridad en la expresión, nitidez en el estilo, ineluctibilidad en los raciocinios, lógica severa en el pensamiento, todo eso ha tenido él en otras ocasiones, ahora no. La verdad siempre.

Aliquando bonus dormitat Homerus.

Si queremos ahora (volviendo al fin al tema) calificar la operación de los helados, la ciencia, y la ciencia de todos los tiempos, dará una sola calificación, que proviene del camino que se ve seguir a la industria desde que nace hasta que llega al lugar de su consumo. Primero pide a la tierra sus productos, y los amontona y reúne en las eras, en las bodegas y en las trojes, y después los acompaña en su viaje, largo o corto, hasta que llegan al mercado. En ese intermedio, debido a que el hombre halla regalo, necesidad y provecho en usar las cosas preparadas, entra la industria a darles forma, y esa industria es la fabril. La fabricación viste, amuebla, engalana, atilda, y ora hace de apartados árboles la taraceada mesa del bufete, ora de la yerba de los saladares el luciente cristal de los festines. La labranza da la materia ruda, la fábrica es el artista que la acondiciona y que la pule, el comercio quien conduce el artefacto hasta el expendio. Toda forma o preparación que venga a ser objeto de demanda permanente pertenece al ramo de las fabricas.

Por eso no fabrica quien corta piezas de ropa, porque el tamaño de los retazos que se compran es muy vario.

Por eso sí fabrica quien hace pañuelos, cintas o alfileres, porque son objetos conformados por demanda permanente.

Y por eso podrá verse que hay diferencia entre la fabricación de los objetos, por menudos que ellos sean, y las preparaciones del comercio por menor, y entre la hechura de los helados y el corte de una tela que El Foro asimila o confunde sin razón.

¿Podrá, con esto, llamarse todavía comercio a la fabricación de los helados? Aquí sí que "sería menester", según nuestro mismo contendor, "derogar completamente las leyes civiles y las del idioma".

En este punto volvemos a encontrar flaco a El Foro. Por ejemplo: "El comercio consiste en comprar y en vender lo mismo que se compró, sin variación alguna, o con una variación en que muy poco contribuya al aumento del precio". Preguntamos ¿no son actos de comercio el descuento, la comisión, el giro, el flete y las demás operaciones del crédito y el transporte? No insistiremos en esto mucho, porque habría explicación. Pero ¿cuál se da a los dos últimos incisos? ¿El comercio se distingue en que sus utilidades son pocas? Y no es esa vez sola que se dice. Más abajo: "Ese autor no ejerce acto de comercio al comprar aquellos efectos, porque al vender su obra entra por muy poco, por nada, el papel y la tinta que ha empleado". En otra parte: "Del mismo modo se debe calificar de acto mercantil y no fabril la compra de las materias que se usan para coagular un líquido y la venta del líquido coagulado, porque el trabajo que se emplea en variar la forma del liquido es muy poco". Y en otras partes que dejo de citar.

Preguntamos de nuevo, ¿el comercio es quien gana menos? Sabíamos otra cosa, sabíamos que la tendencia de todas las industrias es a igualarse en utilidades, y que está la del comercio tan distante de ser la menos favorecida, que hoy, por el contrario, las otras, especialmente la agricultura, son las que se quejan. La organización del trabajo y el socialismo, de eso han prevenido, de ese desequilibrio real o de opinión.

Mucho hincapié ha hecho El Foro en lo de Pardessus no más que porque lo combatimos, y creyendo hallar un anacronismo en nuestra refutación, con mucha gracia, juzga hacer muy bien el botar el nuestro de polvo y peluca, y en presentarnos el suyo profesor. ¿Cuál de los dos tendrá razón? Veamos. Después de nuestra oposición dijimos:

"Cuando las altas verdades estaban encastilladas en las Universidades, cuando la ciencia estaba cubierta con el velo impenetrable de lengua extraña, la creencia era natural, porque había dos sociedades, la del pensamiento y la del afán; (aquí la historia del error) "y luego es concebible que esta doctrina haya durado, porque las doctrinas echan raigambre" (aquí el error de Pardessus). ¿Se entenderá con esto que Pardessus ha pertenecido a otro tiempo sino a aquel en que aún dura la creencia?

Y bien, ¿qué obligación hay de conocer a todos los catedráticos? ¿Es cuestión de erudición? ¿Nos importa algo que sea Pardessus quien sostenga que el acto de comercio se distingue por la poquedad de la ganancia? ¿Siempre no es ése un error? Y entonces, ¿el nombre a qué? ¿y con la invocación qué se gana?

No podemos resistir a la tentación de traer aquí, porque viene a propósito, uno que no es cuento, sino caso. Peleaba un europeo con un llanero (no cuenta el tiempo la historia) y cerrando con él decía haberlo de vencer, porque el arma de su uso era damasquina. El pobre llanero entendía de Damasco como por los cerros de Ubeda, pero era fusilano, según su frase, y tan presto de manos, que desarmó luego al contendor. Quien más carga dice el andaluz, gana más que quien más calza: o si no, que lo diga aquí el llanero, que después de haber hecho al otro pedazos su Santa Catalina, como él a su modo la llamaba, gritaba que el dar más duro es más seguro. "Sí", contestó el otro, "pero el arma era damasquina". "Sí", entonces el llanero, "pero yo se la he quebrado".

Decimos esto por Pardessus, que, dejándole su mérito, no ha andado feliz en ese punto. Y haciendo yo una cortesía al célebre escritor, volvamos a lo que nos ocupa.

Poco nos falta que agregar. Está fuera de duda: el ramo de helado es fabricación, y eso quiere la ley.

2º Probado como está que la venta de hielo y la fabricación de sorbetes son industrias y habiéndose hecho la presentación con las condiciones y recaudos completos, las condiciones de la ley quedaron satisfechas. No se ha justificado nada en contra, no puede justificarse. Esta es una materia en que los detalles resultan de la refutación. La verdad sólo se defiende cuando es combatida.

3º En un país como el nuestro, tan atrasado en industrias, el legislador ha creído estimularlas por la concesión de privilegios. La libertad del tráfico es un principio, pero es otra ley el progreso. Es preciso despertar las necesidades, llamar a vida social, y atraer los elementos que la hacen amable, dulce y cómoda. Así queda justificada la disposición legislativa. ¿No es un pueblo más culto conforme tiene más deseos, más intereses, más recursos, más aspiraciones, más goces? Pues si allá no se puede llegar por un camino, que se llegue por otro. Aquí el medio es indiferente con tal que venga el fin.

En los Estados Unidos mismos, y para no salir del hielo, hay muchísimas obras patentadas, y por lo mismo carísimas. Pondremos para algunas en la primera columna los precios que cuestan por el privilegio, y en la segunda los que costarían sin él.

Ps. ftes. Ps. senc.
Hachas a 5 1,50
Quebrantadores a 10 2
Acareadores a 1,50 0,50
Arrastradores a 3 0,37½
Tenazones para la carga y descarga y manejo del hielo en los depósitos a 8 2,50
Picadores a 1 0,37½
Picos a 0,87½ 0,12½
Refrigeradores a 20 6

Por lo demás, la ley es la ley, y las razones que haya en contra serán para formar otra de nuevo, pero no para combatir los derechos que ella da.

Y en cuanto al país, él gana inmensamente con el establecimiento de Aldrey. Los sorbetes sirven de aliciente al espíritu de asociación, matan los rencores y hace que los hombres se acerquen y se entiendan. La desunión engendra el odio, y el odio no puede vivir sino entre las sombras que forma la distancia. La enemistad es despechada y se aísla para aborrecer; pero en un salón de buena compañía, donde hay generosidad en vez de hiel, la frente se desarruga, y la palabra concilia al fin los sentimientos. Y reuniones de esa especie, con tales y con tan buenos resultados ¿a quién se deben sino a Aldrey? ¿Quién otro antes de él había proyectado y arriesgado? ¡Se habla de privilegio! ¿Y por qué no se ha solicitado por los que hoy se lo combaten?.

4º Este último punto queda perfectamente esclarecido con cuanto queda dicho atrás. En Caracas no ha habido antes de Aldrey industria de hielos y sorbetes, como quiere la ley para el caso de anulación del privilegio que se dé sobre la misma; y por otra parte, aunque hubiera habido la tal industria, no estaba en actual ejercicio, condición esta precisa según el § 4 del artículo 16.

Cerramos aquí, después de haber cerrado con El Foro. Altivos, pero caballeros: ésa es nuestra divisa. Nuestra causa es noble, porque lo es ella y porque lo es el combatiente. En el campo no ha habido sino cortesanía, y con esa misma nos despedimos del amigo.

results matching ""

    No results matching ""