CAPÍTULO VI

CONSTITUCIÓN FÍSICA DEL SOL 1

1. Este capítulo se publicó en El Araucano n° 762, Santiago, 28 de marzo de

1845, con una nota puesta al título, en la que indicaba que el artículo formaba un capítulo de un "Tratado de Cosmografía, extractado de Biot, Hersehell, y otros autores, por A.B.". La obra contendría en todo 14 capítulos y llevaría "al fin una lámina con figuras que faciliten la inteligencia de algunos fenómenos celestes". Comenzaba con el siguiente párrafo que fue suprimido en la edición de la Cosmografía: "Recordaremos que el diámetro del sol es como de 320.000 leguas, y su masa como 354.936 veces la de la tierra". Hay algunas diferencias de redacción entre el texto de El Araucano y la edición de la Cosmografía. Además de las correcciones de estilo que mejoran la primera publicación, rectifica Bello algunas figuras y añade las opiniones de Arago y Humboldt que no figuraban en El Araucano. (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

  1. Masa y densidad del sol. -- 2. Manchas. -- 3. Atmósfera sola. --4. Fáculas --
  2. Rotación. -- 6. Luz zodiacal. -- 7. Temperatura. -- 8. Constitución física del sol, según Arago.

1

Ha podido apreciarse la masa del sol relativamente a la de la tierra, comparando las atracciones de estos cuerpos; la que ejerce el sol sobre los planetas y tierra, con la que ejerce la tierra sobre la luna y sobre los cuerpos sublunares. La atracción, como veremos después, es proporcional a la masa o cantidad de materia.

El volumen del sol comparado con el de la tierra ya hemos visto que es como 1.328.460 a 1. Su masa, deducida de su poder atractivo, es como 355.000 veces mayor que la de la tierra. De estos dos datos se sigue que la densidad del sol es considerablemente menor que la de la tierra, es a saber, como 0,267 a 1 2.

2. En la publicación de El Araucano (n° 762 de 28 de marzo de 1845) este

párrafo estaba redactado en la forma siguiente: "El volumen del sol comparado con el de la tierra, ya hemos visto que es como 1,384,472 a 1; y de aquí que la densidad del sol es considerablemente menor que la de la tierra, es a saber, como 0,2543 a 1; poco más o menos como la de la madera del álamo". (COMISIÓN EDITORA. CARACAS). La masa del sol es 324.000 veces la de la tierra. Su rotación la efectúa en 25d 4h 29m. El radio del sol es 109 veces el ecuatorial de la tierra, o sea 695.244 kilómetros. La densidad del sol es 1,4. (NOTA DE F. J. DUARTE).

2

Mirando el sol con telescopio de mucha potencia, se observan en él a menudo grandes manchas perfectamente negras, rodeadas de un borde menos oscuro, llamado penumbra, las cuales, de uno a otro día, y a veces dentro de pocas horas, se ensanchan o se encogen, mudan de forma, y al cabo desaparecen del todo, para brotar donde no las había. Cuando van desapareciendo, la mancha central se contrae hasta reducirse a un punto, y lo último que se pierde de vista es la penumbra. Otras veces se rompen, y se dividen en dos o más. Presentan el aspecto de una movilidad y agitación inmensas, que sólo parecen propias del estado de gas. Para formar ideas de la escala en que se ejecutan estos movimientos, reflexiónese que un segundo de medida angular corresponde en el disco del sol a cerca de 400 millas geográficas; que un círculo de 1’’ de diámetro (que sería para nosotros la menor área visible en el disco del sol) contendría como 126.000 millas cuadradas 3; que se han observado manchas cuyo diámetro pasaba de 38.000 millas, y aun mucho mayores. Para que una de estas manchas desaparezca en seis semanas (y rara vez duran más), sería menester que su borde, al encogerse, anduviese cerca de 500 millas al día 4.

3. En la publicación El Araucano (n° 762, de 28 de marzo de 1845) decía

190,000 millas cuadradas. (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

4. En la publicación de El Araucano (n° 762, de 28 de marzo de 1845) decía: "anduviese millares de millas al día". (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

3

La parte del disco del sol está exenta de manchas, no presenta un brillo uniforme. El fondo está delicadamente salpicando de menudos puntos o poros que experimentan mutaciones continuas. El aspecto es como de un fluido luminoso mezclado, pero no confundido, con una atmósfera transparente no luminosa, flotando en ella, como las nubes en el aire, o atravesándola en vastas mantas o columnas ígneas, a semejanza de los chorros de luz de las atmósferas boreales.

4

En fin, cerca de las grandes manchas, se van anchos espacios cubiertos de rayas curvas y ramificadas, más resplandecientes que el fondo. Llámense fáculas, y entre ellas brotan a menudo manchas, cuando no las hay de antemano. Son como la cresta de inmensas olas en las regiones luminosas de la atmósfera solar, violentamente agitada.

5

El sol da vueltas alrededor de su eje en 25d 01154, según Delambre; y según Arago 5, en 25d 12h.

5. Lecciones de Astronomía, tradicción castellana. (NOTA DE BELLO).

La región de las manchas está circunscrita a 30° del ecuador del sol, cuyo plano está inclinado al de la eclíptica en un ángulo de 7° 20’, y la corta en una línea que forma un ángulo de 80° 21’ con la línea de los equinoccios.

6

Otro fenómeno digno de notarse, y que sin duda pende del estado actual y de la naturaleza del sol, es la aureola luminosa que lo acompaña, y a que se da el nombre de luz zodiacal. Se observa por la tarde, cuando el sol acaba de ponerse y en el lugar mismo por donde ha cruzado el horizonte. Su forma es la de una lenteja, colocada oblicuamente sobre el horizonte y bastante prolongada en el cielo: se extiende sin duda hasta más allá de la órbita de Mercurio y aun de Venus; y su color es blanquecino como el de la vía láctea. "Se ha querido atribuir la luz zodiacal, dice Humboldt, a cierta atmósfera del sol; pero esta suposición es inadmisible, según las leyes de la mecánica. Se explica mejor el fenómeno, suponiendo que existe entre la órbita de Venus y la de Marte un anillo ovalado que gira libremente alrededor del sol. Si la órbita de Mercurio o de Venus fuese visible materialmente en toda su extensión, como un rastro indeleble que el planeta dejase en su curso, la veríamos de la misma figura que la luz zodiacal, y en la misma posición con respecto al sol. Yo no he visto en ella coloración rojiza, ni arco inferior oscuro, ni centelleo; pero he notado varias veces en la pirámide luminosa una rápida undulación. Su manso brillo es el eterno ornamento de las zonas intertropicales" 6.

6. Esta cita de Humboldt no figura en la edición de este capítulo en *El

Araucano*, (n° 762, de 28 de marzo de 1845). (COMISIÓN EDITORA. CARACAS).

Acompaña constantemente al sol; y en los eclipses totales permanece alrededor del disco a semejanza de una cabellera luminosa. Está siempre en la dirección del plano del ecuador solar; y como éste varía de inclinación respecto del horizonte en razón de las varias posiciones del sol en la eclíptica, la luz zodiacal se inclina con él, y a veces se nos oculta en gran parte, o a lo menos se amortigua mucho su brillo por lo vaporoso de la atmósfera cerca de la superficie de la tierra.

Parece avivarse cuando el sol tiene muchas manchas, y debilitarse en el caso contrario.

7

Que la temperatura de la superficie del sol es mucho más alta que cualquiera de las producidas en nuestros hornos 7, o por operaciones eléctricas o galvánicas, parece indudable: 1° por el calor que desde tan estupenda distancia comunica el sol a la tierra; 2° por la facilidad con que los rayos caloríficos del sol atraviesan el vidrio, como lo hace el calor del fuego artificial a proporción de su intensidad; y 3° por el hecho de desaparecer las más brillantes llamas y los sólidos más intensamente encendidos, ofuscándose y convirtiéndose a la vista en manchas negras sobre el disco solar, cuando los colocamos entre él y el ojo.

7. La temperatura en el centro del sol se calcula entre diez millones y veinte millones de grados. (NOTA DE F. J. DUARTE).

Los rayos del sol son en último resultado la fuente de todos los movimientos que se despliegan sobre la superficie de la tierra. Su calor hace variar la densidad de las diferencias regiones atmosféricas; produce los vientos; turba el equilibrio eléctrico de la atmósfera; y da origen a los fenómenos del magnetismo terrestre. Por su acción vivificante, nacen y crecen y fructifican los vegetales que alimentan a los animales y al hombre, y forman los veneros de carbón fósil, vastos depósitos de actividad mecánica, destinados al servicio de la industria humana. Por ellos las aguas del mar se evaporan, para regar, en forma de lluvia, de nieve y de rocío, la tierra, y sustentar las fuentes y los ríos. A ellos se deben todas las alteraciones de los elementos, que por una serie de combinaciones y descomposiciones dan a luz nuevos compuestos. El viento y la lluvia y la alternativa de las estaciones desmoronan a su vez los sólidos que componen la superficie terrestre, y que degradándolos lentamente causan las principales mutaciones geológicas. Y cuando consideramos la enorme traslación de materias que de este modo se ejecuta, el aumento de presión de la superficie terrestre en anchurosos espacios, y su correspondiente disminución en otros, no extrañamos que la fuerza elástica de los fuegos subterráneos, más comprimida por una parte, y menos contenida por otra, reviente, donde no encuentra suficiente resistencia, en explosiones terríficas, y haga entrar hasta los fenómenos volcánicos en la esfera de la influencia solar.

El gran problema es explicar la estupenda conflagración que se alimenta de la masa del sol sin consumirla, sin producir en ella el más leve menoscabo aparente.

8

La opinión que pasa hoy por más probable considera al sol como compuesto de un núcleo sólido y oscuro, rodeado de dos atmósferas, la interior oscura, la exterior luminosa. La aparición de las manchas consistiría, según eso, en que, abriéndose a trechos estas atmósferas, dejan ver el núcleo del sol. La penumbra es la extremidad de la atmósfera oscura, menos rasgada que la luminosa.

Esta opinión adquiere muchos grados de probabilidad si se tiene presente que la materia incandescente del sol no puede ser ni sólida, ni fluida, sino gaseosa, porque la luz que emiten lo sólidos y fluidos en incandescencia, goza de la propiedad de polarizarse, de que carece la de los gases, como la del sol.

¿Cuál es la naturaleza de la luz del sol, y de la luz en general? Unos creen con Newton que los cuerpos luminosos arrojan partículas sutilísimas de su sustancia con una celeridad prodigiosa; otros, que el fenómeno de la luz es producido por las vibraciones de un fluido llamado éter, esparcido en toda la naturaleza y puesto en movimiento por la presencia de los cuerpos luminosos. El primer sistema, el de la emisión, está hoy casi generalmente abandonado, porque no se comprende cómo podría un cuerpo, el sol, por ejemplo, estar perdiendo continuamente una parte de su sustancia sin que se note menoscabo alguno en su volumen ni en su esplendor. El segundo sistema, el de las vibraciones o undulaciones del éter, satisface mejor a todas las condiciones, especialmente desde que los experimentos han hecho ver una conexión íntima entre los fenómenos eléctricos y los de la luz.7

8. En la física de hoy se emplean las dos hipótesis, según el fenómeno que se estudie. (NOTA DE F. J. DUARTE).

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