ESCRITOS DE COSMOGRAFÍA

II

MAGNETISMO TERRESTRE*

*. Este artículo se publicó en La Biblioteca Americana, I, Londres, 1823, pp. 96-107, firmado Con las iniciales A. B. Se reprodujo O. C. XIV, pp. 165-176. (Comisión Editora. Caracas).

La formación de una teoría que una y explique los fenómenos del magnetismo terrestre ha presentado tiempo ha, ya por su importancia bajo un aspecto puramente especulativo, ya sobre todo por su inmediata aplicación a la náutica, un objeto de incesante estudio al físico, al navegador y al geógrafo. Es preciso confesar que lo que hasta ahora se ha hecho no ofrece resultados muy satisfactorios. Las irregularidades en la declinación e inclinación de la brújula parecen burlar todas las combinaciones del ingenio y del cálculo. Más no por eso debemos desesperar que, mejor conocidos los fenómenos de este maravilloso principio en los varios puntos de la superficie del globo, pueda hallarse a lo menos una fórmula aproximativa que los represente. Tal es el motivo que nos induce a hacer un breve bosquejo de los pasos que ha dado la investigación del magnetismo terrestre en los últimos años, con la mira de promoverla en nuestros países, y de que se enriquezca de nuevas observaciones la ciencia.

Desde luego tomaremos por nuestro guía a Biot (Précis élémentarie, lib. V, cap. IX). Para descubrir la ley de la inclinación, dice este sabio físico, observemos los puntos del globo en que es nula, de modo que la aguja magnetizada se mantenga en ellos horizontal. Una serie de estos puntos formará el ecuador magnético, que hasta aquí se ha creído era un círculo máximo, inclinado cerca de 12° sobre el ecuador terrestre. Así lo indican en efecto las observaciones hechas sobre una extensión de más de 180° de longitud, en el océano Atlántico, mar Índico, y parte del mar del Sur que baña las costas de la América meridional. El nodo occidental de este círculo máximo, es decir, su intersección más occidental con el ecuador, está a los 115° 34’' long. O. de París, esto es, en el mar del Sur, cerca de la isla de Gallego, a 900 leguas1 de la costa del Perú (Quito); por consiguiente el nodo opuesto debe estar a 295° 34’' O., y así se ha creído hasta ahora; pero ¡cosa singular! estos elementos se encuentran fallidos en todas las partes del mar del Sur, situadas más allá del nodo occidental, entre 115° y 270°. Discutiendo las observaciones de W. Baily y Cook, en 1777, hallo que uno y otro encontraron el ecuador magnético a 158° 50’' 9''’’ longitud O. y a 3° 13'’ 40''’’ latitud S.; siendo así que, si se prolonga el círculo máximo deducido de las observaciones en el resto del globo, este ecuador en dicha longitud hubiera debido estar a 8° 56'’ 30''’’ lat. N. De aquí se deduce que el ecuador magnético después que encuentra al terrestre hacia los 115° long. O., en vez de subir hacia el norte, vuelve a bajar hacia el sur; y como las observaciones de Baily y Dalrymple señalan otra vez la línea de inclinación nula al 7° lat. N. en los mares de la China, a 256° long. O., es preciso concluir que entre esta última longitud y la de 158° 50'’, determinada por la observación de Cook, tienen a lo menos otra intersección más los dos ecuadores, sin contar el antedicho nodo oriental situado en los mares de la India hacia los 295°. Habrá, según esto, tres nodos a lo menos, y tal vez cuatro, si el ecuador magnético cerca de su nodo occidental se eleva un poco al norte antes de bajar al sur hacia el archipiélago de las islas de la Sociedad. Estos cuatro nodos serán: el primero a los 295° long. O. de París, el segundo a los 115°, el tercero entre 115° y 158°, el cuarto entre 158º y 256°. La parte del ecuador magnético que corre entre los dos primeros, mira al sur; la que corre entre el segundo y el tercero, al norte; la entre el tercero y el cuarto, al sur; la entre el cuarto y el primero, al norte.

1. Este número de leguas, que se halla también en los Elementos, parece errado; del cabo de San Francisco a la isla de Gallego no hay 22° cabales. (Nota de Bello).

“"A un lado y otro de este ecuador magnético las inclinaciones varían, aumentando a proporción que se alejan de él. Limitándonos al hemisferio en que esta línea parece ser circular, el cual comprende a Europa, África, el océano Atlántico y las costas orientales de ambas Américas, se ve que la inclinación es constante en paralelos equidistantes a una y otra parte de ella. El máximo de inclinación será, pues, en dos puntos opuestos, uno de los cuales parece que debe estar a los 25° de longitud y 90° --——12°, ó 78° latitud boreal, y el otro, diametralmente opuesto, a 205° long. y 78° lat. austral. Tales son los polos del ecuador magnético. En la porción de la tierra de que estamos hablando, nos es dado ir mucho más allá de estas indicaciones generales, pues podemos representar bien próximamente las inclinaciones en número, imaginando en el centro de la tierra un imán pequeñísimo, o lo que es lo mismo, dos centros magnéticos infinitamente vecinos, uno boreal y el otro austral, cuyas acciones se ejerzan según las leyes ordinarias del magnetismo, esto es, en razón inversa del cuadrado de la distancia. Referidos los puntos de la tierra por longitud y latitud al ecuador magnético, considerado como un círculo máximo, el cálculo demuestra que la tangente de la inclinación es doble de la tangente de la latitud magnética. Pero esta ley simple no puede aplicarse a las partes del globo en que el ecuador sufre inflexiones: las inclinaciones que da para algunas de las islas australes del mar del Sur, son demasiado fuertes; al contrario, las que da para los países del norte de América que se hallan hacia la misma longitud, son demasiado débiles. Estos extravíos resultan necesariamente de las inflexiones, y las confirman de un modo notable.

"“Para satisfacer a estos fenómenos, es menester suponer alguna causa perturbadora, un centro particular, cuya influencia se haga sentir particularmente en este otro hemisferio, y modifique la acción general. Para esto, sólo se necesita un centro secundario débil, cuya energía dependa de su proximidad. Pero éstas son consideraciones en que no debemos entrar sin explorar primero las leyes que sigue la declinación, y las de la intensidad de las fuerzas magnéticas.

"“Los puntos en que la declinación es nula, forman ciertas líneas que no siguen a los meridianos geográficos, antes son muy oblicuas a ellos, y ofrecen inflexiones harto irregulares. Hay una de estas líneas entre el antiguo y el nuevo mundo, la cual corta el meridiano de París hacia los 65° lat. S., sube luego al NO. hasta los 35° long. a la altura de las costas del Paraguay; se tuerce entonces al N., costea el Brasil, y conserva esta dirección hasta la latitud de Cayena; mas allí, cambiando repentinamente al NO., se dirige a los Estados Unidos, y sin variar de rumbo, atraviesa las demás partes septentrionales de América.

“"La posición de esta línea no es fija; antes en siglo y medio ha andado considerablemente de E. a O. En 1657, pasaba por Londres; en 1664, por París; ha corrido, pues, sobre este paralelo 80° de longitud en 150 años1. Pero su movimiento no es uniforme, y aun en diferentes paralelos es muy desigual. La inclinación es también variable; pero no tanto como la declinación. La primera en Londres era, por 1775, 72°, por 1805, 70°; resultado que los experimentos de Humboldt han confirmado en Francia2.

1. Así en el texto, aunque el sentido es confuso.
2. Según Mr. Bain, la variación anual media de la declinación en Londres por 215 años ha sido 10’'4''’’, en París por 254 años 7’'10''’’, en Dublín por 134 años 12’'10''’’, en el Cabo de Buena Esperanza por 191 años 9'’5''’’, en el cabo de Hornos por 112 años se ha mantenido constante y es de 23° E. (Quart. Journal of Science and the Arts, N° 7).
La inclinación media de la aguja con Londres, con agosto y setiembre de 1821, según experimentos exactísimos del capitán Sabine, se encontró ser 70° 03’'. Comparando este resultado con el de Nairne en 1772 y Cavendish en 1776, resulta que la inclinación ha disminuido en Londres, por un término medio, a razón de 3’' 02''’’, por año, que es 2/5; menos que la disminución anual en París entre 1798 y 1814, según los señores Humboldt, Gay-Lussac y Arago; de que pudiera inferirse, si hubiese de darse entera confianza a los resultados, que en esta parte del mundo es en el día mayor que ahora cuarenta años del de la inclinación magnética. (Quart. Journal of Science and the Arts, N° 7).
También se ha averiguado recientemente en Londres y París que la declinación ha empezado a retroceder. El coronel Beaufoy dedujo de sus observaciones, publicadas en los Anales de Thomson, que la aguja había llegado al máximo de declinación, y volvía ya lentamente al polo N.; que durante los últimos 9 meses de 1818, aumentó gradualmente la declinación, fluctuó en enero de 1819, decreció en febrero volvió a fluctuar en marzo, y después acá ha seguido decreciendo continuamente. Más de 15.090 observaciones hechas en París noche y día, confirman este retroceso, que, según el cómputo de Arago, es de 1'55'' por año (Quart. Journal, ibid.). (Nota de Bello).

“Hay otra faja sin declinación, casi opuesta a la precedente, y que, llevando constantemente el rumbo NO. Nace en el Grande Océano austral, corta la punta occidental de Nueva Holanda, atraviesa el mar de las Indias, entra en el continente asiático por el cabo Comorin, atraviesa la Persia, la Siberia occidental, y se eleva hacia la Laponia. Pero lo más raro es que esta línea se bifurca cerca del grande archipiélago de Asia, y da nacimiento a otra rama que va al N. atravesando este archipiélago y la China, y sale por la parte oriental de Siberia. Parece que ambas ramas se mueven con suma lentitud, o no se mueven absolutamente, pues la declinación no ha variado durante 140 años en la Nueva Holanda.

"“Hay indicios de otra cuarta línea de inclinación en el mar del Sur, observada por Cook, hacia el punto de la mayor inflexión del ecuador magnético. Los navegadores no la han rastreado al norte, pero es casi seguro que existe, porque, según una reflexión justísima de Humboldt, ya que a los dos lados de cada línea la declinación varia de signo, y de oriental se vuelve occidental, es preciso que en el ámbito del globo sea par el número de las líneas de indeclinación, para que después de las alternativas de más y menos, este y oeste, volvamos a encontrar el signo que dejamos. ’

"“El máximo de la declinación forma líneas igualmente irregulares, interpuestas entre las anteriores. La mayor declinación observada en el hemisferio austral lo fue por Cook a 60° 49'’ de lat. y 93° 45’' long. O., contada del meridiano de París; esta declinación era de 43° 45'’. La mayor observada en el hemisferio septentrional lo fue también por Cook a 70° 19’' lat. y 161° 1’' long. oriental, es a saber, 46° 19’ al este1.

1. Las costas de la mayor declinación son cabo Farewell, estrechos de Davis, Hudson y bahía Baffin. Mr. Bain dice haber observado entre cabo Farewell y Labrador 42° y 50°; otros navegantes han observado en la bahía de Baffin 57°.
Pero lo más asombroso es que en la Groenlandia oriental sobre el paralelo de Spitzbergen la declinación no pasa de un punto (11° a 12°) y cesa enteramente a poca distancia al E. de la isla. (Quart. Journal of the Science and the Arts, N°7). (Nota de Bello).

"“Sobre la intensidad de las fuerzas magnéticas, las únicas observaciones con que puede contarse, son las de Humboldt en su gran viaje, y las de Russel en la expedición del almirante Dentrecasteaux. Humboldt anunció el incremento de la intensidad yendo del ecuador magnético a sus polos. La misma brújula que a la partida de Humboldt daba en París 245 oscilaciones en los minutos, no le dio en el Perú más que 211, y varió constantemente en el mismo sentido; diferencias que no pueden atribuirse a la disminución de las fuerzas magnéticas de la brújula, debilitada por el calor o el tiempo, porque trasladada del Perú a México, osciló casi tan rápidamente como en París. Las observaciones de Russel en Brest y en Nueva Holanda conducen a igual conclusión.

"“Es fácil ver que un sólo imán colocado en el centro de la tierra no pudiera satisfacer a estos fenómenos, porque entonces el ecuador magnético debiera ser un círculo máximo perpendicular a la línea recta trazada por los dos centros de acción, sin inflexiones ni irregularidades. Esta idea representa bien las observaciones hechas en Europa y el océano Atlántico; démosle, pues, para acomodarla a los fenómenos del mar del Sur y del continente de Asia, una modificación que se haga sentir exclusivamente en esta última parte del globo. Para ello, sólo se necesitaría suponer cerca de la inflexión del ecuador magnético un imán excéntrico, al que, según el cálculo, bastaría conceder una pequeña fuerza para explicar las anomalías. Colocando otros tales imanes secundarios en aquellos puntos en que las irregularidades de las declinaciones toman más bulto, es probable que llegaríamos a representarlas todas con exactitud, como las inclinaciones y las intensidades; a la manera que en el sistema del mundo, el movimiento principal producido por la acción del sol es modificado por las perturbaciones que las pequeñas masas de los planetas producen.

"“¿Diremos que la acción central es realmente producida por un núcleo magnético encerrado en el globo terrestre, o que es la resultante principal de todas las partículas magnéticas diseminadas en su sustancia? Lo ignoramos; pero esto segundo parece lo más verosímil. En este caso, los centros secundarios serán determinados por las atracciones locales, preponderantes. Efectivamente, las observaciones muestran que el sistema general de inclinaciones, declinaciones e intensidades magnéticas, es modificado de una manera bastante sensible, y aun súbita a veces e irregular, por la proximidad de las grandes cordilleras o de los archipiélagos. Se han visto ejemplos de variaciones de esta especie producidas repentinamente. El barón de Humboldt notó algunas, acaecidas después de un gran terremoto1. A causas de este género se deben probablemente las variaciones que el tiempo acarrea a la declinación, y cuya irregularidad misma anuncia que no son efecto de causas uniformes y fijas.

1. La influencia de los terremotos sobre el magnetismo terrestre se manifestó con la mayor evidencia el año próximo pasado en París. Según observaciones que hicieron separadamente Arago y Biot, el uno en el observatorio, el otro en el Colegio de Francia, donde reside, el temblor acaecido en León y sus inmediaciones afectó en París la aguja. El 19 de febrero se mantuvo ésta quieta hasta las ocho y media, y a las nueve menos cuarto se agitó extrañamente con un movimiento oscilatorio en la dirección de su largura. Arago sospechó que este fenómeno era ocasionado por algún terremoto. (Quart. Journal of the Science and the Arts). (Nota de Bello).

"“La superficie del globo no limita la acción magnética, pues M. Gay-Lussac y yo la hemos observado en los aires en un ascenso aerostático, sin disminución sensible. Probablemente sigue la ley de las atracciones magnéticas, esto es, la razón inversa del cuadrado de la distancia, y se extiende indefinidamente por el espacio. La luna, el sol y demás cuerpos celestes ejercen tal vez acciones iguales, que, según las posiciones y distancias, se hacen sentir acá bajo en la aguja. De aquí las variaciones diurnas y anuales. En París, según Cassini, el máximo de la declinación diurna es entre las doce y las tres de la tarde; fíjase entonces la aguja; luego se acerca al meridiano terrestre hasta las ocho de la noche; fíjase otra vez; y el día siguiente a las ocho de la mañana vuelve a alejarse del meridiano. Las mayores variaciones diurnas son las de abril, mayo, junio, julio, que en París llegan a 13’' hasta 16’'; las menores son de 8’' a 19'’. Del equinoccio de primavera al solsticio de estío la declinación mengua; y en lo restante del año crece. Últimamente, la aguja magnética padece otras variaciones súbitas y accidentales que coinciden con la aparición de las auroras boreales: agítase vivamente mientras dura el meteoro, y en cesando éste, vuelve a su posición ordinaria; pero a veces suele experimentar desvíos durables".

Hasta aquí Biot. El capitán Flinders ha añadido a la doctrina del magnetismo terrestre observaciones de alta importancia práctica. Tiempo antes se habían notado irregularidades inexplicables, en la dirección de la aguja. Los más expertos navegantes se han visto en gran incertidumbre y embarazo por las diferencias de declinación que encontraban en unas mismas localidades a cortos intervalos de tiempo, diferencias que a veces alcanzaban a algunos grados. Imputábase este efecto a imperfección del instrumento: el capitán Flinders hizo ver que provenía de otra causa distintísima. Él averiguó en primer lugar que las observaciones hechas en varios parajes de un mismo buque, discordaban, aun cuando éste no mudaba de sitio; y que, por tanto, era indispensable hacerlas todas en un mismo paraje del buque. Pero esta precaución no basta, porque, cambiada la dirección de la nave, se altera la dirección de la aguja. Para determinar la naturaleza y cantidad de este desvío, fue necesario hacer grandísimo número de observaciones. El resultado de ellas fue que, cuando la proa miraba al este, las diferencias eran de un modo, y cuando al oeste, de un modo contrario. De aquí dedujo el capitán Flinders que el hierro empleado en la construcción de una nave atraía la aguja, y alteraba su dirección, no por su atracción inmediata como simple hierro, sino por el magnetismo que le daba la influencia del de la tierra, y que, consiguientemente, obraba de diferente modo sobre la aguja según la posición que tomaba la nave respecto del meridiano magnético. Este hábil navegador creyó ver probada la certeza de su primera idea en mil experimentos y observaciones durante su viaje a la tierra Austral. Resulta de ellos que no pueden hacerse observaciones correctas sobre la declinación, sino cuando la quilla del buque coincide con el meridiano magnético; o que a lo menos es preciso hacerlas todas en ángulos iguales a E. u O. de dicho meridiano. Encontró además el capitán Flinders que el error o desvío no era tan grande en las latitudes bajas como en las altas, y al cabo de laboriosas investigaciones descubrió que dependía de la inclinación; que cuando bajaba la extremidad norte de la aguja, esta extremidad era la atraída por el hierro del buque; que, disminuida la inclinación, disminuía también aquella atracción; y que en el hemisferio austral, donde la extremidad sur de la aguja era deprimida, el error crecía también con la inclinación, pero en sentido contrario; pues allí las declinaciones occidentales parecían demasiado grandes cuando la proa estaba al E. De todo ello, sometido al raciocinio y al cálculo, dedujo esta regla: "“Que el error producido en una posición cualquiera, es al error producido por la dirección de la proa al este u oeste, bajo una misma inclinación, como el seno del ángulo entre dicha dirección y el meridiano magnético es al radio"”. La doctrina del capitán Flinders fue comprobada por experimentos y observaciones hechas de orden del almirantazgo británico. (Quart. Journal, N° 11).

De la razón antes indicada entre la tangente de la inclinación y la tangente de la latitud magnética se ha deducido que la fuerza magnética de la tierra sigue la razón inversa de la cantidad

(43ss) \sqrt{(4 - 3ss)}

en que s representa el seno de la inclinación, es decir, que si de 4 se rebaja tres veces el cuadrado de dicho seno, y se saca la raíz cuadrada del residuo, esta raíz y la fuerza magnética de la tierra serán inversamente proporcionales. El resultado general de las observaciones en diferentes partes del globo concuerda bastante bien con esta inferencia teórica, que sólo se ha dado como una expresión aproximativa y provisional de los hechos, mientras se hacen nuevas y más extensas observaciones. Si esta fuerza obra sobre una aguja que no tenga más movimiento que el horizontal, vendrá a ser, según el principio de la resolución de las fuerzas, inversamente proporcional a esta otra expresión

(IIss)+3) \sqrt{(\frac{I}{I - ss}) + 3)}

Cuando esta fuerza es turbada por otra, el principio de la composición de las fuerzas da este teorema: el seno del ángulo de corrección, esto es, el seno del ángulo formado por la dirección efectiva de la aguja con la que hubiera tomado sin la perturbación, es al seno del ángulo formado por la dirección efectiva de la aguja con la dirección de la fuerza perturbadora, como la magnitud de la fuerza perturbadora es a la magnitud de la fuerza natural. Si se supone, pues, constante la fuerza perturbadora del buque, el seno del primer ángulo será al seno del segundo como

(IIss)+3):I. \sqrt{(\frac{I}{I-ss}) + 3)}: I.

Conocido el ángulo que la dirección efectiva de la aguja forma con la del buque, o con cualquiera otra línea, experimentalmente averiguada, en que obre la fuerza perturbadora, y llamando r el seno de este ángulo, tendremos que el seno del ángulo de corrección será directamente como

r(IIss)+3); r \sqrt{ ( \frac{I}{I - ss} ) + 3 ) };

esto es, como 3 añadido al cuadrado de la secante de la inclinación, multiplicando la raíz cuadrada de este total por el seno del ángulo comprendido entre la dirección efectiva de la aguja y la dirección de la fuerza perturbadora.

Supongamos, por ejemplo, que donde la inclinación es 74°23'’ el mayor desvío causado por la fuerza perturbadora sea de 5°40'’: a los 86° de inclinación el máximo de este desvío será 20°21'’. Porque en tal caso siendo r==1, el seno del ángulo de desvío es proporcional a

(IIss)+3); \sqrt{ (\frac{I}{I - ss} ) + 3)};

de que resulta que el seno de 5°40'’ debe aumentarse en la razón de 1 a 3523. Este cómputo concordaba perfectamente con las observaciones hechas a bordo de la Isabela, y así se empleó para corregir los errores producidos por la fuerza perturbadora en todos los casos ordinarios. Sobre él se ha calculado una tabla de correcciones de los desvíos causados por la atracción permanente del buque en la dirección de la aguja náutica, impresa en 1819 por orden de los comisarios de longitud, y publicada con ciertas adiciones y reformas en el periódico de la Institución Real.

Cuando es constante la atracción de la nave, los dos puntos neutrales en que no produce desvío, deben observarse en rumbos diametralmente opuestos. Más a veces parece haber una atracción irregular, que hace estar dichos dos puntos a la distancia de menos de 112° o tal vez 90°, desvío que no crece con la inclinación, y que se conjetura ser producida por el magnetismo accidental de alguna parte del hierro dulce que hay a bordo. La experiencia prueba que una barra horizontal de hierro dulce deja de hacer efecto en la aguja en cuatro posiciones que estarán entre sí en ángulos rectos. Si una barra, pues, se hace perpendicular a la aguja de inclinación en el plano del meridiano, perderá su efecto en solas dos posiciones diametralmente opuestas en aquel plano; pero obrará con muy diferentes intensidades cerca de ellas, produciendo efectos varios en posiciones diametralmente opuestas. De las varias combinaciones de tales piezas metálicas, diferentemente situadas, se sospecha que han nacido todas las irregularidades observadas en algunos poquísimos casos. Según los experimentos de Barlow, los cañones deben considerarse como hierro dulce o conductor del magnetismo. (Quart. Joumal, N° 18).

Pero el profesor dinamarqués Hanstein ha anunciado recientemente que estas atracciones no se limitan al hierro, ni se observan solamente en el mar. Estando en Copenhague, alojado en la torre que sirve de observatorio, encontró con no poca sorpresa que para 300 oscilaciones de su aguja horizontal se necesitaban no menos de 836·57''’’, al paso que en un jardín contiguo sólo eran necesarios 779’''’. Esta torre es de 126 pies de alto, con gruesas paredes, y un cilindro hueco en el medio, que tiene alrededor una escalera espiral de siete vueltas. Después de haber hecho abajo varias observaciones que dieron 787’''’, volvió a la torre, y halló los resultados siguientes para el mismo número de oscilaciones a diferentes alturas de ella:

cima primera vuelta 4 1/2 ª 6 1/2 ª base
812. 836. 837. 834. 804. 813

Continuando sus observaciones, sacó por resultado general que a la extremidad inferior de todo cuerpo perpendicular la aguja magnética oscila más velozmente colocada al norte de tal cuerpo, que colocada al sur, pero que, a la extremidad superior, la aguja vibra más velozmente al sur que al norte. De aquí concluye que todo objeto perpendicular, de cualquiera materia que se componga, tiene a su extremidad superior un polo sur, y a su extremidad inferior un polo norte. "“He hallado, dice, constantemente confirmada esta ley en mis experimentos cerca de las paredes de las casas, sean de piedra o madera, y aun cerca de árboles algo corpulentos. Esta acción debe necesariamente hacerse sentir en la dirección de la aguja de marear. Toda la masa de madera de un buque tiene un eje magnético; y a éste más bien deben atribuirse los desvíos de la brújula, que no al hierro, cañones y lastre. Síguese también de aquí que todas las observaciones sobre las intensidades magnéticas hechas dentro de casa son algo inciertas”".

La fuerza magnética de la tierra en diferentes puntos de su superficie, es, según el mismo profesor, como sigue:

Inclinación Intensidad
Perú…… ……………………… 0° 0'’ ……… …………………………1.0000
México ……………………………42° 10'’… ………………………………1.3155
París…… …… ……………………68° 38' ’…………………………………1.3482
Londres…………… ……………70° 33’…'…… …………………………1.4142
Bahía de Baffin…… 84° 25' …………………………………1.6685

El profesor danés cree también haber descubierto que la intensidad magnética de la tierra experimenta una variación diurna, menguando desde las primeras horas de la mañana hasta las diez o las once, que llega a su mínimo, creciendo luego hasta las cuatro y en los meses de verano hasta las siete, menguando otra vez durante la noche, y creciendo de nuevo hasta las tres de la madrugada, que llega a su máximo. El paso de la luna por el ecuador disminuye también, según Hanstein, la intensidad del magnetismo terrestre por dos o tres días, y el mismo efecto producen aún más sensiblemente las auroras boreales. En fin, la intensidad magnética experimenta, según él, una variación anual, creciendo de verano a invierno, y menguando de invierno a verano. Falta ver si otros sabios confirman estos interesantes anuncios.

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