IX

PROFECÍAS*

*. Este artículo se publicó en El Araucano, n° 510, Santiago, 5 de junio de 1840. No se incluyó en O. C. (Comisión Editora. Caracas).

En un poema caballeresco, el Morgante Maggiore de Pulci, compuesto a mediados del siglo décimoquinto, se encuentra un pasaje, que anuncia del modo más claro el descubrimiento de América. Este pasaje se contiene en las estancias 229, 230 y 231 del canto XXV. He aquí la idea que da de él M. Ginguené, en su Historia literaria de Italia.

El diablo Astarot va al Egipto en busca de los paladines Reinaldo y Ricardeto, y les anuncia su misión; él se mete en el cuerpo de Bayardo, que era el corcel de Reinaldo, y su camarada Farfadete en Rabicán, caballo de Ricardeto, y ambos arrebatan por los aires a los dos caballos y a los dos caballeros. Al segundo día de este viaje aéreo pasan por sobre el estrecho de Gibraltar, y Reinaldo, reconociendo el lugar, pregunta a su conductor qué era lo que en otro tiempo se entendía por las columnas de Hércules. "Esa expresión"”, responde Astarot, "“ha tenido su origen en un antiguo error, que ha durado en el mundo muchos siglos. Es una vana y falsa opinión la de los que creen que no se puede navegar más allá. El agua es plana en toda su extensión, aunque ella y la tierra tengan la forma de una esfera. La especie humana era entonces ignorante y grosera. Si Hércules resucitase, se avergonzaría de haber plantado esos dos postes, porque las naves pasarán más allá. Se puede ir a otro hemisferio, porque todas las cosas gravitan a su centro, y por un misterio divino la tierra está suspendida entre los astros. Debajo de nosotros hay ciudades, castillos, imperios; pero la antigüedad lo ignoraba. Esos pueblos se llaman antípodas; adoran a los falsos dioses; tienen, como vosotros, animales y plantas; y también viven en guerra unos con otros”".

Para que se admire este pasaje, como él merece (continúa M. Ginguené), es preciso recordar que, cuando se escribió, aún no existían Copérnico y Galileo, y que Cristóbal Colón hizo su primer descubrimiento en 1492, algunos años después de la muerte de Pulci.

Otro anuncio singular es el que se menciona en el Diario de los Debates, de 8 y 9 de enero de este año. M. Ideler, de Berlín, calculando a ruego del barón de Humboldt, qué años de nuestra era corresponden a las grandes conjunciones de Saturno que según el cardenal de Ailly en su obra intitulada Tractaus de concordia astronomicae veritatis cum narratione historica (impresa en Lovaina, en 1490), debían acarrear acontecimientos extraordinarios, halló que uno de los grandes períodos de aquel planeta debía cumplirse en 1789. Hablando de ese año se expresa el cardenal de este modo: “"si el mundo dura hasta entonces, lo que Dios sólo sabe, habrá importantes y numerosas vicisitudes, y revoluciones asombrosas, sobre todo en materias de leyes"”: si mundus usque ad illa tempora duraverit, quod solus Deus novit, multae tunc et magnae et mirabiles alterationes mundi et mutationes futurae sunt, et maxime circa leges. El barón Humboldt al citar esta maravillosa coincidencia, pregunta, si los aficionados a lo místico y tenebroso han reparado en este pronóstico de una revolución que ocupa un lugar tan señalado en los anales del género humano. Como creemos (dice el Diario de los Debates) que su erudita obra (Historia de la geografía del nuevo continente) es la primera que ha dado noticias de él, lo consignamos aquí como cosa verdaderamente curiosa.

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